JOSÉ MARÍA ROTELLAR
CREADA. 05-03-2022 | 17:30 H
FUENTE. OKDiario | Publicación OKD
Ahora, tras alrededor de veinte meses de persecución judicial, la fiscalía ha procedido al archivo de todas las líneas de investigación que había abiertas sobre don Juan Carlos. Judicialmente, no tiene, pues, ya ningún recorrido, pero el daño personal que se le ha hecho a nuestro anciano rey, ha sido muy importante, hasta el punto de hacerle vivir en una especie de exilio que ojalá ahora pueda concluir pronto y regresar a su casa, en Madrid.
A lo largo de 2020 escribí otros dos artículos en OKDIARIO recordando la importancia de la figura del padre de nuestro actual rey, de los que no tengo que mover ni una coma y que hoy reitero, de nuevo, en el presente artículo. Tras terminar este vía crucis judicial de forma satisfactoria para don Juan Carlos; tras ser insultado por muchas personas que le deben el poder expresarse libremente contra él; tras tanto tiempo de ingratitud es momento de recordar todo lo que le debemos al rey Juan Carlos I.
Su Majestad don Juan Carlos I reinó en España entre el 22 de noviembre de 1975 y el 19 de junio de 2014, un período de casi cuarenta años a lo largo del cual España se transformó de manera completa, aprovechando el impulso económico sembrado durante los años sesenta, con la industrialización y la creación de una hasta entonces inexistente extensa clase media, base de nuestra prosperidad, incorporando, a ese auge económico iniciado anteriormente, la libertad y la concordia entre todos los españoles.
“El rey quiere serlo de todos a un tiempo”, dijo don Juan Carlos en su primer mensaje a las Cortes del veintidós de noviembre de 1975, y ese propósito, que de haber sido pronunciado por algún político puede que se hubiese quedado en un mero eslogan electoral, se cumplió de manera completa, pues don Juan Carlos trajo la democracia, haciéndolo, además, respetando la legislación entonces vigente (el famoso “ de la ley a la ley” de Torcuato Fernández-Miranda) y con el acuerdo mayoritario de quienes ostentaban entonces la representación política heredada del franquismo, los procuradores en Cortes, que votaron mayoritariamente a favor de la octava ley fundamental, conocida como “Ley para la Reforma Política”, que derogaba las anteriores y propiciaba, tras ser refrendada por el pueblo español en referéndum, la convocatoria a cortes constituyentes.
Fue, por tanto, un rey que recibió un poder ilimitado de manos de Franco y que lo cedió por completo para hacer posible la llegada de la democracia a España, desde el impulso a una reconciliación nacional que hizo posible que se estableciesen las bases sobre las que impulsar nuestro desarrollo definitivo, la homologación con el resto de democracias occidentales y posibilitar la recuperación de un papel con cierta relevancia en el contexto internacional.
Bajo su reinado se pasó de un régimen autoritario -muy suavizado en sus últimos años, pero autoritario en todo caso- a un régimen democrático de libertad; se legalizó al PCE sobre la base de la aceptación de éstos de la bandera nacional de todos los españoles, de la legalidad, de la reconciliación y de la Monarquía; se convocaron elecciones libres para cortes constituyentes, como he dicho; se aprobó y refrendó por los españoles la Constitución vigente, que ahora quieren derribar algunos; don Juan Carlos abortó el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981; España ingresó en la OTAN y en el Mercado Común; se acometió la necesaria reindustrialización y se mejoró el sector servicios; España fue escaparate en el mundo al cumplirse el quinto centenario de la mayor hazaña de la humanidad, el descubrimiento del Nuevo Mundo, por mucho que ahora unos fanáticos lo critiquen: así, en 1992 se celebraron los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Exposición Universal en Sevilla, y la capitalidad cultural en Madrid; España fue socio fundador del euro; nuestro ejército contribuyó a llevar la paz a múltiples lugares del mundo; y se afrontó con serenidad y tristeza los terribles atentados del once de marzo de 2004 y se acabó con ETA.
En todo ese tiempo, la economía creció y pasó, en términos corrientes, de 36.290,3 millones de euros en 1975 a 1,032 billones de euros en 2014, con un PIB per cápita que partió de 2.840,57 euros de 1975 y que llegó a 22.218 euros de 2014. En el mercado laboral, se pasó de doce millones de ocupados a más de diecisiete millones de personas trabajando. En términos reales, el incremento del PIB fue de más del 100% y el PIB per cápita, en esos términos constantes, se dobló.
También bajo su reinado, España desarrolló una fabulosa red de infraestructuras: no hay más que ver las autopistas y autovías existentes, una gran red ferroviaria de alta velocidad y el refuerzo de la red aeroportuaria, con la vanguardista T4 de Barajas como símbolo de la modernización de dichas infraestructuras.
Asimismo, múltiples empresas españolas se fortalecieron en el mercado interior para, después, poder crecer internacionalmente y expandirse, como Telefónica, Iberia, Ferrovial, ACS, Banco de Santander o BBVA, entre otras muchas, que cuentan, a su vez, con grandísimos profesionales formados cuidadosamente a lo largo de todos esos años.
Don Juan Carlos fue nuestro mejor embajador para la expansión de España y de sus empresas, gracias a su prestigio, su trabajo y su vocación de servicio a los españoles, que demostró durante todas las décadas de su reinado, bajo el cual España se transformó económicamente, como he dicho, se modernizó y recuperó todas las libertades, que algunos, ahora, añoran con mutilarlas para devolvernos a los oscuros tiempos de la II República.
Por eso, desde la extrema izquierda atacan a don Juan Carlos de esta manera, desde el odio. Ni siquiera fueron capaces de concederle la presunción de inocencia a la que toda persona tiene derecho, sino que lo condenaron anticipadamente a raíz de las declaraciones de una persona que estaba ejerciendo su derecho de defensa y que, por tanto, no tenía por qué ser veraz dentro de dicha estrategia de defensa, pero a don Juan Carlos ya habían decidido maltratarlo públicamente, aunque judicialmente todo haya quedado, finalmente, en nada.
En los artículos antes referidos que escribí sobre este tema para OKDIARIO en 2020, decía yo que, “para empezar, aun en el supuesto caso de que hubiese irregularidades fiscales o de otro tipo, estarían prescritas. Adicionalmente, incluso aunque no lo estuviesen, la figura del Rey goza de inviolabilidad y todos sus actos son refrendados por el Gobierno, con lo que no se le puede atribuir delito alguno durante actos de su reinado. Por tanto, realmente no debería proceder proseguir con dicha investigación bajo esos dos supuestos, pero el daño ya está hecho”. Eso, exactamente, es lo que ha pasado: no había nada judicialmente viable, pero la figura de Don Juan Carlos se ha pisoteado injustamente durante casi dos años.
Y ese daño se quiere extender a don Felipe, magnífico Rey, y a toda la Monarquía. El ataque a don Juan Carlos tiene un objetivo que va más allá de su persona. A la izquierda extremista no le preocupaba si había posibles delitos o no. Lo atacaban -y lo atacan- por dos motivos: el primero de ellos, su obsesión en eliminar la Monarquía por el hecho de que la restauración se produjese al recibir el poder del régimen anterior. Por eso, ponen en cuestión todos los títulos concedidos entre 1939 y 1978, porque quieren llegar a anular el principal de ellos, la designación de don Juan Carlos como sucesor a título de Rey. El segundo, porque quieren que ello afecte a don Felipe, que abdique e imponer así una república.
En 1931, prácticamente nadie defendió a otro gran rey, como fue don Alfonso XIII, que también luchó por modernizar España, arriesgando en muchos casos su propio patrimonio personal, como en la construcción del Metro de Madrid. Tras unas elecciones municipales que ganaron los partidos monárquicos, los republicanos aprovecharon la ventaja de sus candidaturas en Madrid y Barcelona para proclamar la república, sin que mediase ni referéndum ni nada parecido, en lo que realmente fue un golpe de Estado que cambió el régimen legalmente establecido. Ahora, Podemos está agitando de nuevo el fantasma republicano, tratando de sustituir la monarquía por otra república que mucho me temo que terminaría siendo tan sectaria como la de 1931. Por otra parte, saben que no pueden cambiar el régimen constitucional, porque se requieren mayorías reforzadas que afortunadamente no tienen.
Ayer y hoy atacan a don Juan Carlos. Aparte del archivo definitivo de las investigaciones de la fiscalía, hay que recordar el balance neto de su reinado, que es abrumadoramente positivo. De hecho, quienes desde la izquierda extrema atacan a don Juan Carlos hoy, pueden hacerlo porque él devolvió la soberanía a los españoles y decidió traer un marco constitucional de libertad en la que cada uno pudiese expresar sus opiniones, incluidas las críticas al Rey. Si hoy pueden criticar a don Juan Carlos, es porque don Juan Carlos nos trajo la libertad. Eso debería recordarlo toda la sociedad española: si hemos podido gozar de la prosperidad que tenemos es gracias a que una persona, don Juan Carlos -con sus aciertos y sus errores-, junto con un reducido grupo de colaboradores, decidió transformar a España en una nación libre, de concordia y reconciliación, y de prosperidad.
Ojalá que la Monarquía sobreviva y don Felipe pueda seguir siendo así el gran Rey que es, como lo será en su día, sin duda, doña Leonor como Reina. Si eso sucede -esperemos que sí- habremos salvado la Monarquía parlamentaria y constitucional, que el tiempo ha demostrado que es el mejor régimen para España.