Dicen los que la conocen que esta bebida es su nuevo elixir de la inmortalidad. Este y otros hábitos alinean a la reina con las nuevas generaciones de Davos. Como la reina Sofía, no es aficionada a los toros ni a la caza.
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CREADA. 18-09-2021 | 02:55 H
FUENTE. LOC – El Mundo | Publicación El Mundo
La kombucha, bebida probiótica que fortalece el sistema inmunológico, hace últimamente furor entre los partidarios de lo «ecofriendly». Según la experta en nutrición Margarita García, Doña Letizia, que este miércoles cumplió 49 años, se ha vuelto fan de ese «elixir de la inmortalidad» que trajeron a España dos emprendedoras extremeñas con la marca Komvida Organic. «Se ha vuelto indispensable en su dieta», asegura. No es un secreto que para la Reina, ecología y sostenibilidad son «mantras» que ha incorporado a su vida cotidiana: se alimenta de productos naturales y ecológicos, practica yoga Iyengar y en sus discursos ha sustituido el papel por anotaciones en el móvil. También en su armario proliferan ahora modelos en tejido orgánico o reutilizados, como el vestido floreado que lució hace días en el almuerzo al presidente chileno, que la Reina Sofía estrenó en Roma en 1981.
Lo «healthy» no parece que vaya a limitarse en Doña Letizia a una filosofía de vida, como demostró dedicando el 7 de septiembre su primer acto del curso a presidir los premios Retina ECO. Organizados por el diario El País y la consultora Capgemini, destacaban los mejores proyectos de 2020 en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad. Un gesto que potenció luciendo un vestido negro con escote Bardot, elaborado en bambú orgánico de María Malo, para remarcar el carácter Eco de la velada.
Con Leonor interna en el Atlantic College de Gales y la agenda oficial de la Doña Sofía bastante mermada tras la marcha del rey Juan Carlos a Abu Dhabi, la Reina tiene todo el campo despejado, como se ha comprobado estas dos semanas de inicio de curso en que está protagonizando actos casi a diario. Su objetivo a medio plazo es potenciar un rol de consorte más acorde con los tiempos que corren. «No quiere ser una reina a la vieja usanza como Doña Sofía, ni enclaustrarse en palacio, desea una vida lo más normal posible», afirmaba un allegado suyo tras ser proclamado Rey Don Felipe.
Pero las cosas de palacio van despacio y Letizia arrastraba el rebufo de las polémicas mediáticas que la persiguieron de princesa, desde retoques estéticos a escapadas por Malasaña sin marido o rifirrafes con su familia política, que la convirtieron en el miembro de la familia real menos valorado. Ahora es distinto, pues según indica a LOC un personaje próximo a la familia real «este 2021 el apoyo a la Corona ha aumentado, supera el 63% en los sondeos que manejan entidades cercanas a la monarquía y aunque Don Felipe es el mejor valorado, la imagen de la Reina está mejorando mucho. Desempeña muy correctamente su papel, no ha cometido fallos, y además en la pandemia se ha volcado con los sectores mas débiles, pienso que va a consolidarse como un activo importante para la institución».
Todo apunta a que será el «reclamo» que utilice la Corona para vestirse de lo que impera como políticamente correcto en el nuevo orden mundial, amparado por gurús como Bill Gates o Bezos y santificado por la ONU: la agenda 2030, a la que también Pedro Sánchez y sus socios podemitas han dado sus bendiciones. Está basada en 17 objetivos en pro de una economía sostenible, para erradicar la pobreza y las desigualdades, proteger el medio ambiente paliando el cambio climático y lograr la igualdad de género y el empoderamiento femenino.
Una hoja de ruta en la que Doña Letizia lleva tiempo participando con entusiasmo, como se observó en la cumbre del clima celebrada en Madrid en 2019, pues acudió a varios eventos y en la recepción de bienvenida lució una falda de H&M de la línea Conscius, elaborada con materiales reciclables. Asimismo, tras ser nombrada en 2015 embajadora de la FAO para la nutrición, participó en varios foros mundiales sobre salud y cambio climático.
Dicho nombramiento potenció en la Reina un interés casi obsesivo por la alimentación sana, con ingredientes ecológicos, que ya exhibía antes acudiendo a ferias como biocultura o frecuentando restaurantes ecológicos como el Yatiri. Llegó a participar en un seminario sobre nutrigenómica, que relaciona predisposición genética y dieta. No fuma ni bebe alcohol, de hecho en los brindis oficiales levanta la copa sin mojarse los labios. Su dieta se basa en verduras, frutas, pescado azul, huevos y proteínas magras, al vapor o plancha, que secundó el colegio de sus hijas, Santa María de los Rosales, eliminando los fritos y rebozados del menú escolar.
Aunque el ‘do’ de pecho lo está dando en su cruzada por el feminismo y contra la violencia de género, que ganan peso en su agenda oficial: si en 2019 protagonizó tres actos en este ámbito, este 2021 lleva ocho, el último en junio, cuando inauguró el Santander Women Now Summit, que convirtió Madrid en capital europea de la mujer. Doña Letizia lleva el feminismo en su ADN, como demostró de veinteañera en México, cuando llegó a devolver un ramo de flores con una nota «eso también puedo hacerlo yo». Su condición de Reina le impide manifestarse, pero el 8M vacía de actos su agenda como gesto o participa en actividades simbólicas, como en 2020, cuando acudió a la final de la copa femenina de baloncesto. Se ha apuntado también a la moda de las canas, que ahora salpican su pelo oscuro, y celebrities como Ángela Molina o Jane Fonda lucen como signo de empoderamiento femenino.
«Ella siempre fue muy intelectual, le encantaba lo alternativo y rompedor. Si el éxito de Doña Sofía fue fusionarse en su papel de Reina, Letizia brillará más si incorpora a su tarea institucional sus propias inquietudes», señala un allegado.
A Doña Letizia no le van los toros, ha asistido solo cuatro veces y desde 2009 no pisa una plaza. Tampoco la caza, aunque dicen que siendo novios, acompañó al Príncipe a algún ojeo de perdiz, y parece que se animó a disparar, pero como confesó el monarca a un amigo «ahora ya no me dejan hacerlo».
Le tira más la lectura de clásicos y autores de vanguardia, como la hipster malasañera Marta Sanz. También el teatro alternativo, como Miguel Noguera con sus ácidos monólogos, la música rockera deThe Killers o indie de Los Planetas. Su pasión es el cine, y su plan favorito acudir a salas tipo Renoir o Verdi donde se proyectan sesudas cintas de arte y ensayo o en versión original. El Covid se lo ha impedido, pero lo suple con plataformas online a las que está suscrita, como Filmin. Gracias a su condición royal se ha codeado con mitos como Woody Allen o Scorsese y tiene buena relación con actrices españolas, como Maribel Verdú y Penélope Cruz, con la que le une bastante amistad.
Inquietudes poco comunes en una consorte regia, que levantaron ampollas entre los monárquicos de pro, aunque le han granjeado el respeto de sectores poco afines a la Corona, entre ellos parte de la progresía de izquierdas. Curiosamente ahora, ante el vuelco que ha experimentado la sociedad con la pandemia, el perfil de la Reina nada a favor de esa nueva corriente mundial de lo «políticamente correcto» que se plasma en la llamada Agenda 2030.