El Consejo de Ministros, en su sesión de ayer, ha acordado un real decreto por el que se modifican algunos aspectos de la Casa de Su Majestad el Rey. La Constitución, siguiendo una decisión que arranca con la Constitución de 1812, mantiene también la Casa; y los reales decretos que han concretado su misión (1975, 1979, 1988, 2001, 2006, 2010, 2014, 2015, 2019 y el que ve su luz hoy) fijan su cometido principal en apoyar al Rey en tanto que es el Jefe del Estado.

El nuevo real decreto recoge las buenas prácticas que se venían desarrollando por decisión del Rey Don Felipe VI desde su proclamación el 19 de junio de 2014, y añade algunas más. Y esto es lo que importa.

Constatar que la última novedad en su Casa ha nacido por impulso del propio Rey para reforzar la transparencia, la rendición de cuentas, la eficiencia y la ejemplaridad.

De nada sirve promulgar normas que no se cumplen o cuya efectividad es inane, o hacer proclamas que quedan en saco roto. La indiferencia de los ciudadanos no dura para siempre. Si la sociedad a la que se representa reclama o espera ejemplaridad, hay que darla de verdad por quienes están al frente de los poderes públicos. Si reclama o espera transparencia, otro tanto de lo mismo. Ejemplaridad y transparencia que deben estimarse, enseñarse y aplicarse como valores intrínsecos de la democracia.

Felipe VI, una vez más desde hace ocho años, predica y da trigo, y se pone a la vanguardia de la ejemplaridad y la transparencia de las instituciones constitucionales y públicas (centrales, autonómicas y locales) establecidas para servir al pueblo español. Conceptos reclamados por la inmensa mayoría de la sociedad, exhibidos verbalmente por otros agentes de la vida política y, sistemáticamente, incumplidos por la inmensa mayoría de estos últimos. Es hora de que, además del Rey Don Felipe VI, el Jefe del Estado, muchos otros sigan su ejemplo.

*Daniel Berzosa es jurista y doctor en Derecho Constitucional por la Universidad de Bolonia.